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En un anuncio televisivo en Estados Unidos, una anciana de pelo plateado y tez radiante sonríe mientras asegura que mudarse al bloque de apartamentos para adultos mayores que se ve a sus espaldas es la mejor decisión que ha tomado en su vida. Un atractivo setentón de corte atlético con un palo de golf en la mano se une a ella asintiendo: “Aquí somos felices porque todo está pensado para gente de nuestra edad”.
Los que peinan canas son el motor de la llamada economía plateada, uno de los mercados más rentables y dinámicos de los últimos años. Sus necesidades y preferencias influyen en la oferta de casi todos los sectores, incluyendo “la salud y la nutrición, el ocio y el bienestar, las finanzas y el transporte, la vivienda, la educación y el empleo”, según un informe de la Comisión Europea, desarrollado por el Grupo Technopolis y Oxford Economics. La economía plateada representa un amplio catálogo de productos y servicios destinados al consumo de los adultos mayores que puede alcanzar en Europa los 5,7 billones de euros en el año 2025 y que hoy en día, en Estados Unidos, tiene un valor de ocho billones de dólares.
Cerca del 24% de los europeos o del 21% de los norteamericanos son actualmente mayores de 60 años. América Latina y el Caribe, con un 11%, tiene una población relativamente joven. Sin embargo, es la región del mundo que más rápidamente está envejeciendo y se prevé que en el año 2085 sea la primera en que un tercio de los habitantes tenga más de 65 años. Cuando esto pase, la mitad de su población habrá superado los 50 años. Este es un grupo poblacional cuyo poder de compra, sin alcanzar los niveles de Europa o Estados Unidos, no es nada desdeñable: el 52% de los adultos mayores de 50 años de América Latina y el Caribe pertenece hoy en día a la clase media o alta, frente a un 32% de los menores de dicha edad.
La mayor longevidad presenta desafíos para los sectores públicos, que han de articular sistemas sociales de pensiones, salud y cuidado capaces de atender un número creciente de individuos. Muchos adultos mayores, especialmente los que padecen enfermedades crónicas, experimentarán algún grado de dependencia y requerirán, además de atención sanitaria, servicios sociales. Se considera que una persona es dependiente cuando tiene dificultades para llevar a cabo actividades de la vida cotidiana, como comer, vestirse o desplazarse en el interior de una vivienda. Es algo que a menudo está asociado con limitaciones funcionales características del propio progreso del envejecimiento o de las enfermedades crónicas (vista, oído, movilidad).
Al mismo tiempo, existen magníficas oportunidades de negocio para el sector privado. En los países que se encuentran en fases más avanzadas de la transición demográfica, la economía plateada ha sido un poderoso motor de generación de empleo y entre los sectores más importantes se encuentran los servicios de atención a la dependencia.
Según la consultora McKinsey, la atención a la dependencia es una profesión que crecerá en los próximos 15 años tanto en los países en vías de desarrollo como en los desarrollados. En Corea del Sur, por ejemplo, un país que hace poco más de una década puso en marcha un sistema de atención a la dependencia, este sector ya ha generado casi medio millón de empleos formales.
El desarrollo de estos mercados presenta una importante perspectiva de género. El 80% del cuidado de los adultos mayores en América Latina y el Caribe es ejercido por las mujeres que, sin los servicios adecuados de apoyo, pueden verse obligadas a reducir su participación en el mercado laboral para ocuparse del cuidado de sus seres queridos, privando a la economía de un importante activo para su desarrollo. En contraparte, la mayoría de los empleos formales generados por el mercado de la atención a la dependencia es femenino. Por seguir con el ejemplo de Corea, el 95% de los empleados en este sector son mujeres, en su mayoría mayores de 45 años.
La economía plateada está llamada a desempeñar un papel relevante en la atención a la dependencia, una de las necesidades más urgentes de la población mayor. Los gobiernos han de sentar las bases regulatorias para que la economía del cuidado y, más en general, la economía plateada, se desarrollen de manera formal, para que sean un mecanismo de generación de empleo de buena calidad y para que el sector privado contribuya a la oferta de servicios de apoyo. Por una parte, el sector privado ofrece servicios de cuidado en centros de día o residencias. Pero además, el mismo sector privado es el proveedor de servicios de atención en el domicilio, por medio de asistentes personales o teleasistencia. El hecho que las personas quieran envejecer en su interno genera demanda por bienes y servicios que favorezcan la autonomía al interior del hogar. Por ejemplo, por medio de la adaptación de la vivienda a las necesidades de los adultos mayores, tecnologías de seguridad móviles como rastreadores de actividad basados en sensores, parches portátiles y dispositivos de salud personales, entre otros.
¿Qué está haciendo el BID en el área de cuidado?
Para apoyar a los gobiernos y al sector privado especializado en el sector de América Latina y el Caribe, el Banco Interamericano de Desarrollo ha creado un portal llamado Panorama de Envejecimiento y Atención a la Dependencia (www.iadb.org/panorama-de-envejecimiento) y ha lanzado la publicación Envejecer con Cuidado, que proporcionan la información estadística y el conocimiento técnico para la expansión de los servicios de atención a la dependencia en la región. A su vez, ha iniciado una serie de webinars que puede ser de gran interés para los operadores privados de servicios. Los invitamos a participar en el próximo, el 17 de abril a las 10AM (ET), cuándo Mayte Sancho expondrá sobre “El modelo de atención centrado en la persona” y compartirá experiencias del País Vasco.